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domingo, 9 de enero de 2011

El Viaje Interestelar: Una espera de 200 años.




200 años. Ése es el plazo de espera fijado por Marc Millis, un antiguo científico especializado en propulsión de la NASA, para poder disponer de la energía suficiente que sería necesaria para llevar una misión de 75 años de duración hasta Alpha Centauri.



Dicha cantidad de energía, 1018 julios, viene a ser equivalente al total de energía consumida por el planeta entero en el período de un año. Las variables tenidas en cuenta para efectuar el cálculo han sido, entre otras, los usos individuales de energía, la energía requerida por la misión, prioridades sociales del uso de la misma por parte de una tripulación de 500 personas, además de utilizar las tendencias de consumo energético obtenidas de analizar los datos proporcionados por las misiones del Transbordador de los últimos 30 años.

Nótese que estos son datos en "crudo", sin tener en cuenta la voluntad política ni la valoración en coste económico del proyecto. Es sólo una valoración en medidas energéticas.

El problema con este tipo de proyectos (aún cuando sean en un estado meramente especulativo, como el que nos atañe) además de un inasumible coste económico que jamás sería recuperable dado que cualquier beneficio sería obtenido muchas décadas después (con lo que sería un beneficio 0) es que, cuando nos manejamos en estas distancias de millones de kilómetros y de décadas de duración, se corre el riesgo de que una misión posterior con sistemas de propulsión más modernos llegue a adelantar a la primera mientras ésta todavía está en camino.

Por ello, suele decirse que el tiempo máximo teórico de duración de una misión interestelar no debe ser nunca superior a 50 años, ya que se corre el riesgo de la obsolescencia incluso antes de haber llegado a su destino.

A nivel teórico y siempre en el terreno especulativo, se han hecho diversos proyectos (nunca materializados) encaminados al envío de misiones (tripuladas o no) a los sistemas estelares más próximos por parte de la NASA con el Proyecto Longshot y la Sociedad Interplanetaria Británica con su Proyecto Daedalus.

La inviabilidad económica del proyecto y la imposibilidad de beneficio alguno en un plazo razonable de tiempo son siempre la barrera que impide que hayamos enviado misiones interestelares a nuestras estrellas más próximas, pero es posible que en Mayo de este mismo año los encargados de materializar estos (de momento) sueños más propios de la Sci-Fi que de la realidad tengan una nueva motivación extra desligada del factor económico: El posible anuncio del descubrimiento de un planeta habitable con las condiciones terrestres. Así se desprende de los datos recibidos hasta ahora y mediante el uso de proyecciones matemáticas según los profesores Samuel Arbesmans y Gregory Laughlins, de Harvard y la Universidad de Santa Cruz, California, respectivamente, basándose en las observaciones y los datos proporcionados por el Observatorio Kepler de la NASA. Sus conclusiones pueden ser leídas aquí.

Dicho anuncio podría despertar el espíritu aventurero al que tantas veces ha apelado Robert Zubrin, uno de los más acérrimos defensores de la colonización humana del espacio, comenzando por Marte. Su alocución ante una Comisión del Senado en 2003 es un clásico entre sus seguidores e incluso ha sido homenajeada (en mi opinión) por la serie indie de ciencia ficción Pioneer One creando un personaje a imagen y semejanza del propio Zubrin.

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